Crítica de la SMR: ‘Música por descubrir e intérpretes de altura’

ilfondamentoManuel Millán de las Heras

El segundo concierto de las SMR son de esos que dejan cierta  sensación paradójica en el oyente. El Teatro Auditorio fue el marco de la primera audición para casi todos los asistentes de la obra de un autor que vivió en la segunda mitad del siglo XVIII sufriendo, como casi todos sus contemporáneos, la insuperable sombra de Mozart y Haydn.  Se trata del checo de nacimiento y nombre italianizado Francesco Antonio Rosetti (1750-1792), bautizado como Franz Anton Rösler. Para ejecutar su Der sterbende Jesus, una especie de Pasión-Oratorio que carece de trama bien definida, disfrutamos de dos agrupaciones de primera fila: la orquesta de instrumentos originales Il Fondamento y el Coro de Cámara del Palau, bajo la dirección de Paul Dombrecht.

Primero me centraré en la versión. Il Fondamento sonó con una frescura y fraseo envidiables. El sonido que consigue extraer su director es de un continuo colorido. La música nunca cae en la monotonía y hace que los motivos y frases nunca suenen igual. El Coro de Cámara del Palau sorprendió por su fuerza y empaste. Enseguida consiguió una simbiosis con la orquesta y mostró una importante capacidad dinámica. Los solistas vocales cumplieron sus papeles de forma correcta. El tenor Ivan Goossens adoleció de potencia, la soprano Liesbeth Devos y la contralto Petra Nosskaiova superaron sus papeles aunque con cierta frialdad expresiva. Por último, el bajo David Pastor cumplió su breve papel con una voz bien impostada.

Ahora bien, el planteamiento que me hago como crítico y músico va más allá. La obra de Rosetti posee momentos hermosos y nos enseña la notable técnica de un compositor imbuido en el espíritu ilustrado y la estética del clasicismo. Pero el resultado me deja con hambre de más música. Son demasiado buenos los intérpretes para que se vayan de Cuenca con poco más de una hora de música talentosa, pero desigual y encorsetada por un libreto infumable. Rosetti ha sido un descubrimiento, lo tendré en cuenta para el futuro, pero un segundo día haciendo Haendel o Haydn nos haría calibrar el enorme potencial que estas agrupaciones y el director poseen.

 

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